Hoy nos dirigimos a la zona noroeste del T.M. de Lorca y en concreto a la Diputación de Fontanares.
Según censo ultimo cuenta con 88 habitantes.
Nuestra excursión comienza junto a la para de Bus situada en el kilómetro 8 de la carretera que va desde La Parroquia a el Jardín, y donde hacemos la foto de grupo.
Avanzamos dirección oeste y a pocos metros por la derecha parte un camino por la derecha.
Comenzamos nuestra ascensión pasando por el antiguo Cortijo del Puntal con se balsa que se utiliza como abrevadero.
Poco mas arriba se ubica un nacimiento de agua, el cual abastece a los numerosos cortijos.
Frente a nosotros nos situamos al pie del Castillo de Tirieza.
Comenzamos una fuerte ascensión de aproximadamente 25 minutos y un desnivel de 150 mts.
El castillo estuvo enclavado en una de las estribaciones meridionales de la sierra del Gigante, en un puntal rocoso que se yergue 911 m sobre el nivel del mar. Este cabezo, sin ser el más alto de los alrededores, se alza en una situación estratégica desde la que se controla muy buena parte de la vega del río Cornejos.
Según Alonso Navarro, la fortaleza fue denominada en época islámica como "Tiriatsa", que significa " lugar ameno y de muchas fuentes ".
Existe, desde las atalayas de la antigua fortaleza, un perfecto ensamblaje visual con los castillos de Puentes, hacia el este, con Velez Blanco y Vélez Rubio por el oeste, y hacia el sur con el Castillo de Xiquena.
Se trata de un hisn, o castillo rural.
Es una fortificación de origen islámico que daría protección y cobertura administrativa a una alquería nacida gracias a la existencia de fuentes y manantiales de agua que favorecieron la aparición de actividades agropecuarias ( Tirieza Alta ).
Estudiada detenidamente por Manzano Martínez hace unos años, la fortaleza de Tirieza aparece dividida en dos espacios diferentes, que configuran una serie de estructuras defensivas muy interesantes.
El recinto superior está situado en la zona más alta e inexpugnable del cerro donde se enclava la fortificación. Su planta es ligeramente triangular, delimitada por un potente muro.
El espacio inferior es un amplio recinto adosado al este del anterior. Tiene una planta poligonal cuya superficie representa unos tres cuartos del total de la fortaleza. El perímetro se encuentra delimitado por los restos de una muralla.
El lienzo septentrional conserva aún alzados de dos torreones rectangulares. En su interior, el arqueólogo citado detectó los restos de lo que pudieron ser las dependencias destinadas a servir a los habitantes del castillo. Entre éstos destaca un aljibe situado justo en la cara interna de la muralla meridional.
En el sector oriental de la fortaleza emerge su elemento más característico: una torre de planta pentagonal (de unos 10 m de altura). Sus caras presentan una interesante decoración vegetal, quizá pétalos de rosa.
Este es el momento para el desayuno.
Ya repuestos comenzamos el descenso por su parte norte hasta llegar a unos bancales de almendros.
Lo continuamos, eso si pero ahora descendiendo, para atravesar numerosos cortijos como:
Cortijo de Salvador Belmonte y el Cortijo del Barranco, quizás alguno de estos sean de la época del mismo Castillo de Tirieza.
Hemos llegado al cruce con la carretera que se dirige a el Jardín.
La atravesamos y frente a nosotros nos encontramos el impresionante Castillo de Xiquena.
Ahora comenzamos una leve ascensión que parte por usa senda ubicada entre dos pinos.
Ahora nos encontramos el recito del Castillo de Xiquena donde hacemos la foto de grupo.
Aupado
en un promontorio rocoso de 790 metros de altura, que se yergue muy
cerca del curso del río Vélez.
El
historiador Juan Torres Fontes, en una publicación sobre esta
fortaleza, aclara que el paisaje que la rodea no tenía ni el verdor
ni el arbolado actual. Los cronistas árabes decían de esta comarca
que «era campo desierto y solitario, donde reinaba el miedo y el
asombro, donde no se veían palmeras ni viñas y sólo a propósito
para sufrir daño del enemigo y para huir de allí». Conviene
recordar que el castillo de Xiquena, durante muchos años, estuvo en
la frontera, primero en el lado oriental del reino nazarí de
Granada, y después como puesto avanzado de los cristianos.
Son
muchos los autores que derivan el nombre de Xiquena del árabe Gikena
o Gehenna, con el significado de infierno. Otros le atribuyen un
origen romano y que se debió a una finca próxima de un colono
llamado Siccus.
Probablemente,
los granadinos erigieron la fortaleza en el siglo XIII, como
adelantada de los Vélez frente a Lorca. En situación estratégica,
dominando una fácil vía de acceso, pero en una región
inhospitalaria, agria, este castillo junto con el vecino de Tirieza,
no tenía más misión que vigilar y amenazar la periferia del reino
murciano.
La
construcción de Xiquena se adaptó al relieve de la accidentada
superficie rocosa del montículo. Ese fue el motivo de que la planta
no sea por entero rectangular. Los restos que quedan del castillo
denotan una construcción típica de finales del siglo XV y responde
a las noticias que existen de su ampliación y reconstrucción
mandada hacer por el marqués de Villena, después de 1470. La
existencia de troneras en algunas de sus torres delatan la época de
su construcción.
Tan
sólo una torre circular, en la parte más alta del cerro y en uno de
sus ángulos, pudiera pertenecer a una construcción musulmana.
Antes
de que finalizara el siglo XV Xiquena era un castillo terminado,
tenía demarcada su extensión territorial en la que su dueño, el
marqués de Villena, ejercía jurisdicción civil y criminal conforme
al privilegio que otorgara Enrique IV.
Al
parecer, en los alrededores del castillo se levantarían
construcciones complementarias para los servidores y pobladores del
lugar, ya que dentro del recinto amurallado, por lo escarpado de la
pendiente, sólo se utilizaría como refugio de personas y ganados en
los momentos de amenaza granadina.
Uno de los
procedimientos que se emplearon para intentar repoblar Xiquena y su
entorno fue un privilegio otorgado por Enrique IV en 1470, que
establecía que aquel que viviera por más de un año y un día en
ese castillo quedaría exento y libre de las penas por los delitos
cometidos con anterioridad.
Pero el privilegio no se cumplió en lo referente al perdón de los criminales y homicidas. Eso provocó una protesta de los habitantes de Xiquena y Enrique IV, por otra carta de privilegio, aclaró que estaban incluidos los autores de cualquier clase de muertes, crímenes o delitos, concediendo el perdón para todos ellos.
Pero el privilegio no se cumplió en lo referente al perdón de los criminales y homicidas. Eso provocó una protesta de los habitantes de Xiquena y Enrique IV, por otra carta de privilegio, aclaró que estaban incluidos los autores de cualquier clase de muertes, crímenes o delitos, concediendo el perdón para todos ellos.
Giramos por la derecha y la continuamos la senda hasta la intersección con unos caminos y próximo a un gran pino.
Cogemos el de bajada y que avandonaremos este y atravesaremos unos bancales de almendros.
Seguimos avanzando por la parte alta del Barranco del Zurridor.
Tras una fuerte bajada llegamos a el Rio Corneros o Velez.
Ahora toca continuarlo aguas abajo y donde aproximadamente 1 km tenemos que abandonarlo por un camino que parte por la izquierda, evitando así una pequeña laguna.
Volvemos de nuevo a el Rio y donde metros mas abajo aparece la figura de los restos del Molino del Rollo y sus instalaciones.
Lo continuamos durante aproximadamente 1 km llegamos a la zona de Tirieza Baja y donde podemos observar la cantidad de insurgencias de agua.
LONGITUD: 10.200 mts DIFICULTAD: MEDIA-BAJA Y DURACIÓN. 4:00 Horas
Gracias a las fotógrafas: Marta y Pilar.
Información obtenida de REGMURCIA y el Diario la Verdad
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